UC - Críticas
País: España. |
¿LA FAMILIA? MAL... GRACIAS
"Tres días con la familia" es el debut tras las cámara de la joven directora catalana Mar Coll y sale victoriosa del embite con una película pequeña e intimista sobre las interioridades de una familia de clase media-alta y sobre la incomunicación emocional existente entre los miembros de la misma. Con esta película se demuestra que no se necesitan grandes presupuestos ni grandes efectos técnicos para conseguir hacer una buena película, sino que es suficiente con tener mucha sensibilidad y sentido común.
Léa debe viajar súbitamente a Girona, donde su abuelo paterno acaba de fallecer. Allí le espera su familia, a la que prácticamente no ha visto desde que se marchó al extranjero. La muerte del patriarca de los Vich i Carbó es la excusa perfecta para forzar la convivencia entre sus descendientes. Los tres días que dura el velatorio, la misa y el entierro son un buen momento para observar ese juego de apariencias de una burguesía conservadora en la que todos los problemas son evidentes pero nunca explícitos. Léa rechaza este mundo hipócrita que se le adhiere a la piel como un traje hecho a medida.
El resultado pese a ser una propuesta poco ambiciosa consigue todos los objetivos que se plantea, no pretende más de lo que consigue que ya es bastante, una película sobre detalles, sobre sentimientos encerrados, sobre cosas que no se dicen y cosas que se sienten y no se saben decir. Una película con personajes creíbles y fácilmente identificables en nuestro propio entorno, con actuaciones naturales de todo el reparto y diálogos brillantes por su sencillez.
Todo es pequeño en esta película, no hay una escena por encima de otra, pero el engranaje funciona como un reloj, lentamente pero de forma constante. La puesta en escena delicada y sentida nos va atrapando poco a poco a través de ese inteligente guión al que tan sólo falta un clímax más álgido para que la propuesta sea absolutamente redonda. De todas formas, es un pequeño descubrimiento, una película poco habitual en nuestro cine por su retrato de personajes (no exento de algo de ironía) que recuerda a la mejor tradición del cine europeo intimista.
